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Es imposible que alguien en este
mundo pueda conquistar lo espiritual sin la fe. Cuando nacemos a la vida
cristiana, concebimos la fe. El lenguaje para comunicarnos con Dios es la fe. Si
hablamos con Él y no tenemos fe, le estamos hablando en otro idioma que no es el
suyo; por lo cual Él no podrá entendernos. Cualquier oración que elevemos, debe
ser con fe. Del mismo modo, todo lo que realicemos, debe ser hecho con fe. La fe
se necesita inclusive para casarse, para convivir con el cónyuge, para que el
matrimonio perdure, para educar a los hijos. Líderes, cristianos, necesitamos la
fe en todas las áreas de nuestra vida, no nos podemos dar el lujo de perderla.
Si una persona pierde la fe, lo perdió todo. Y si ese es su caso, debe luchar
por recuperarla. "Ahora bien, la fe es la garantía de lo que se espera, la
certeza de
lo que no se ve. Por la fe entendemos que el universo fue formado por
la palabra de Dios, de modo que lo visible no provino de lo que se ve" Hebreos
11:1,3 NVI Como sucede en el mundo natural cuando una mujer queda encinta,
quien, aunque los primeros meses no ve el desarrollo de su bebé, siente que esa
vida está dentro de ella. Asimismo ocurre en lo espiritual, cuando usted anhelas
algo sobrenatural, debe concebirlo primeramente en el mundo espiritual, luego de
recibir la rhema de Dios. Pero, a veces, aunque tenemos la certeza interior, se
presentan pensamientos negativos que nos impiden concebir el milagro. Usted
puede orar, pero si hay argumentos en contra de aquello por lo cual pide, Dios
no puede bendecirle. Tiene que cancelar primeramente esos argumentos y, mediante
la fe, concebir lo que anhela. Argumentos son pensamientos, o palabras que hemos
aceptado de parte del enemigo. Eso es lo que enseña el apóstol Pablo, que "por
la fe entendemos". Usted tiene que entender que si los argumentos no se
cancelan, la bendición no llega.
Veamos un ejemplo de cómo funcionan los
argumentos. Leemos en Malaquías 3:8, que el Señor dijo: "¿Robará el hombre a Dios? Pues vosotros me
habéis robado. Y dijisteis: ¿En qué te hemos robado? En vuestros diezmos
y ofrendas. Malditos sois con maldición, porque vosotros, la nación toda, me
habéis robado". El Señor dejó aquí establecida una maldición, la cual fue a
causa de no diezmar ni ofrendar. Ésta se levanta como un argumento, es decir, un
derecho legal en nuestra contra. Mas luego dijo: "Traed todos los diezmos al
alfolí y haya alimento en mi casa; y probadme ahora en esto, si no os abriré las
ventanas de los cielos, y derramaré sobre vosotros bendición hasta que
sobreabunde". Esta palabra restituye de la maldición. Imaginemos a Dios
sentado en su trono, mientras un creyente está orando para que Él lo prospere.
En ese momento, la oración está moviendo la esfera angelical. Entonces, un ángel
toma la oración, la presenta ante Dios y le pide a Él que bendiga a esta
persona, que la prospere. Pero en ese mismo momento, también aparece la
oposición del enemigo. Y sacando una lista de decretos que tenía guardada para
cuando la persona pidiera prosperidad, se la presenta a Dios y le dice: "Dios,
Tú no lo puedes bendecir porque tu Palabra dice en Malaquías 3:8-9 que los que
no diezman están bajo maldición". El Señor se preocupa porque realmente quiere
bendecir a su hijo, pero en el mundo espiritual hay un argumento muy fuerte
contra él. Dios no puede ignorar su Palabra, por lo que necesita buscar la forma
de cancelar aquella maldición. El argumento se cancela a través del
arrepentimiento. Entonces, en su amor, el Señor procura que este hombre
comprenda cuál fue su falla y envía a un predicador que le comparta al creyente
de la importancia del arrepentimiento. Su mente se abre, renuncia a ese pecado,
y entra en pacto de restitución con Dios.
Note que si no hay
arrepentimiento, el argumento sigue válido. Cuando esta persona reconoce que
faltó a Dios en los diezmos y ofrendas, inmediatamente el ángel le quita el
decreto al demonio y lo lleva a la cruz del Calvario, donde es cancelado. Así se
destruye todo argumento, y el Señor entonces abre las ventanas de los cielos y
derrama la bendición financiera sobreabundante. El apóstol dice: "Por la fe
entendemos...". Usted debes entender que si hay un argumento en su contra, y
no se ha arrependido por él, no recibirá la bendición. Tal vez diga:
"¿Por qué Dios prospera a unos y a otros no?".
Usted debe saber que Dios nos quiere bendecir a todos. El salmista vivió una
experiencia similar y dijo: "Señor, yo me enardecí. Dentro de mi corazón se
levantó un fuego porque no entendía. Yo veía como los impíos amontonaban
riquezas, que era gente que no tenía temor de Dios, que hablaba con altanería y
soberbia, y aún así prosperaban en sus empresas, que lograban con creces todo lo
que quería. Y sentí dentro mí ese enardecimiento porque ellos prosperaban y yo
no. Pero cuando entré en tu santuario y oré, lo entendí. Yo estaba ciego. Era
torpe y no entendía. No comprendía que la única porción que tienen los impíos es
esa, y que Tú los habías puesto en deslizaderos. Ellos se acuestan prósperos,
pero cuando se levanten y abran sus ojos, no tendrán nada. Ellos piensan que
tienen, pero cuando amanezca, ya nada tendrán". Y David tuvo que arrepentirse
por haber sentido envidia de la prosperidad de los impíos. Él se estaba
comparando con ellos, mas cuando estuvo en oración, lo entendió. Cuando uno está
en oración, comprende que la prosperidad de los impíos es pasajera, y que la
prosperidad de los hijos de Dios solamente viene a través de la fe. Santiago
dijo: "No tenéis lo que deseáis, porque no pedís. Pedís, y no recibís, porque
pedís mal, para gastar en vuestros deleites". Pero Jesús dijo: "Pedid y se os
dará", porque "si vosotros, siendo malos, sabéis dar buenas dádivas a vuestros
hijos, ¿cuánto más vuestro Padre que está en los
cielos dará buenas cosas a los que le pidan?". Que el Señor nos ayude a entender
que la fe es creerle a Él. Abra hoy su mente a las Escrituras, permita que
ella iluminen su entendimiento para comprender todas las bendiciones que el
Padre tiene para ustedes, al hacerlo, ya no se sentirá derrotado ante la pelea.
En usted está el espíritu de conquista. Dios le dio la fuerza de la conquista.
Usted es un conquistador.
César Castellanos D. |
Um comentário:
Olá meus queridos irmãos. Paz e graça de Jesus.
Parabéns pelo blog muito edificante. Eu acredito que; crescemos quando lemos, quando compartilhamos. Aprendendo uns com os outros, crescemos na graça e conhecimento da Palavra.
Aproveito a oportunidade para compartilhar também meu blog. Contém ensinos, de crescimento, edificação e exortação, muitos poemas e algumas músicas tudo dentro do carisma evangélico.
Ficarei feliz por vossa visita e muito mais ainda se nos seguir.
Que Deus continue a abençoar-vos ricamente. Antonio Batalha.
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